El colapso de los Servicios de Urgencias de los dos grandes hospitales de Zaragoza es un hecho que sucede en momentos puntuales del año y a él suelen hacer referencia los medios de comunicación. El comienzo del invierno, época del año propicia a que se produzcan dichos colapsos me ha animado a hacer una reflexión en voz alta sobre este grave problema que afecta a nuestra sanidad pública desde hace años y para el que parece no existir solución. Como profesional de la salud, con dedicación exclusiva a la sanidad pública durante treinta años, creo tener la suficiente perspectiva para sustentar los comentarios que vienen a continuación.
En primer lugar cabe mencionar el hecho de que tanto la atención primaria como la especializada no cumplen las expectativas de los pacientes y de ello es un buen reflejo las largas listas de espera para ver al especialista. El enfermo sabe bien que acudiendo a un Servicio de Urgencias será visto por profesionales que le practicarán todas las exploraciones complementarias que precise, obteniendo diagnósticos y tratamientos en unas pocas horas. Las Urgencias de los hospitales están siendo utilizadas, en no pocos casos, para saltarse listas de espera y para resolver problemas de salud que no competen a estos servicios, lo cual condiciona su masificación.
En tercer y último lugar me referiré al hecho de que la falta de camas en las plantas de hospitalización impide en muchos casos el ingreso de pacientes desde los servicios de Urgencias, debiendo permanecer hasta varios días en áreas de observación, pasillos o zonas no habilitados para ello, llegando en ocasiones a atentar contra su propia dignidad. Este argumento de la falta de camas, parece contradecirse con mi afirmación inicial de que el número de camas hospitalarias es correcto, pero tal contradicción no existe. El problema está en la mala gestión que se está haciendo de las mismas al existir una hospitalización innecesaria muy importante. Son muchos los pacientes que permanecen ingresados varios días a la espera de exploraciones simples que podrían hacerse de manera ambulatoria. Pero todavía resulta mucho más llamativo el hecho de que muchos enfermos permanecen hospitalizados varios días, tras sufrir una intervención quirúrgica, que podría haberse realizado con tan solo unas pocas horas de estancia postoperatoria. Es obligado hablar por tanto de la Cirugía Mayor Ambulatoria, también llamada Cirugía sin Ingreso.
La Comunidad Autónoma de Aragón se encuentra en el último lugar de España en la puesta en marcha de la Cirugía Mayor Ambulatoria, según datos del año 2005 del Ministerio de Sanidad. Aunque esta forma de hacer cirugía empezó en nuestro país en los años noventa, más del 40% de las operaciones que hoy se realizan, tienen lugar en estas unidades. Es bien conocido por nuestras autoridades sanitarias que la Cirugía Mayor Ambulatoria es uno de los principales instrumentos para luchar contra las listas de espera y para conseguir reducciones en el costo de las intervenciones quirúrgicas, reducciones cifradas en una media del 30%. En definitiva, es uno de los mejores instrumentos para una utilización más racional de unos recursos que no son ilimitados. Sin embargo, pese a las múltiples manifestaciones públicas sobre la necesidad de desarrollar esta cirugía, la realidad es que nuestros hospitales están tardando demasiado en recibir el impulso necesario para su expansión.
La Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria del Hospital Clínico Lozano Blesa viene desarrollando su labor desde el año 1995, operando en torno a 1500 pacientes al año que permanecen tan solo unas horas en el hospital (1650 en 2008), aunque su capacidad funcional actual podría superar los 2000. El Hospital Miguel Servet tiene prácticamente concluida una gran unidad, en el seno de la reforma que en dicho hospital se está llevando a cabo, pero incomprensiblemente, habiendo debido ponerse en marcha durante 2007, todavía hoy sigue sin funcionar, pese a que hay varios profesionales que llevan meses dedicados a su diseño organizativo. El resto de los hospitales de Aragón, salvo el Hospital Royo Villanova, carece de unidades diseñadas para tal fin, aunque es conocido el interés de algunos de sus profesionales en su puesta en marcha.
Es necesario que nuestras autoridades sanitarias tomen, con carácter urgente, la firme decisión de desarrollar la Cirugía Mayor Ambulatoria como está sucediendo en el resto de las comunidades autónomas. Nuestros responsables saben bien de su importancia, pero los problemas que hay para su puesta en marcha hacen necesario reuniones con los profesionales implicados, reuniones basadas en el diálogo y en la evidencia científica. Su obligación de gestionar de manera adecuada los recursos sanitarios, el dinero de todos los aragoneses, obliga a no demorar más su expansión. De este modo mejoraremos las listas de espera, se descongestionará la hospitalización tradicional, reduciremos el coste de algunas operaciones y atenderemos a los pacientes con una Medicina moderna y de calidad, como viene haciéndose en el resto de España y en los países más avanzados, contribuyendo a preservar los Sistemas Públicos de Salud, uno de los mayores logros del estado del bienestar del que tan orgullosos estamos los europeos.
Dr. Alfredo Jiménez Bernadó
Diciembre 2008